martes, 18 de agosto de 2015

Diez libros recomendables sobre la Guerra Civil Española que (tal vez) no hayas leído

Ya que en el último programa, dedicado a la fantástica obra de Fernando Fernán-Gómez Las bicicletas son para el verano (aquí la primera parte de nuestro podcast y aquí la segunda) hablamos de la Guerra Civil Española, aprovechamos para recomendar una lista de libros que -no necesariamente en orden de importancia- son altamente recomendables para entender gran parte de las características del conflicto y de sus consecuencias. ¡Esperamos que sean de vuestro interés!

1. Autobiografía del general Franco (Manuel Vázquez Montalbán)

El genial creador del antihéroe Carvalho nos sirve en esta obra una supuesta biografía de Franco que pone de relieve todas las mezquindades y contradicciones del dictador. Aún partiendo de una idea ficticia (la supuesta autobiografía), es un libro muy bien investigado y que arroja una enorme luz sobre el personaje histórico. De hecho, en sus paginas hace referencia a otros textos muy recomendables y, aunque sea otro tema, aborda fantásticamente la dinámica de las dificultades de ser un escritor en España.


2. El holocausto español (Paul Preston)
Preston, uno de los hispanistas más prestigiosos en la actualidad aborda, en esta detallada exposición, las violencias ejercidas por ambos bandos en la Guerra Civil y en la posguerra por el franquismo. Es de enorme utilidad para aclarar conceptos y entender las características  del uso de la fuerzas de cada contendiente, que no fueron las mismas (organizada y sistemática en el lado sublevado, aparte de numéricamente mayor; mientras que incontrolada en el republicano), aún sin obviar episodios a día de hoy aún polémicos como el de Paracuellos del Jarama.


3. Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sénder)
Fruto del trabajo de uno de los mejores escritores españoles, es una de las mejores novelas para entender la confrontación bélica. En su brevedad quedan reflejados las relaciones de poder de la época y las resistencias que los sectores más poderosos del momento (caciques, jerarquía eclesiástica) presentaban contra las medidas modernizadoras de la República, como la reforma agraria.


4. Lejos del frente (Carlos Gil Andrés)
La historiografía más ortodoxa ha pecado durante largo tiempo de poner la lupa en la "historia de los de arriba" cuando la mayor parte de la sociedad está compuesta de estratos humildes. No es el caso de este libro, en el que se nos describe con todo rigor la violencia ejercida en la retaguardia sublevada y que, como no nos cansaremos de recordar por ser un punto troncal en la comprensión de la guerra iniciada en 1936, respondía a un plan preconcebido.


5. El corazón helado (Almudena Grandes)
Si alguien piensa que, por la reconocida ideología de izquierdas de la autora, se va a encontrar en esta novela con un texto maniqueo, estará en un error. Entremezclando presente y pasado, el que suscribe se encontró en esta ocasión con uno de las tramas más entretenidas y mejor documentadas que, en ficción, alguien se puede encontrar sobre el tema. Además la riqueza y contradicciones -aparte de los secretos- que presentan algunos de los personajes, ayudan en su lectura a entender los propios conflictos de la época.

6. Negrín (Enrique Moradiellos)
A veces tenemos cerca figuras que no se aprecian en su justa medida. Aquí es el caso tanto del autor como del protagonista de la biografía. Enrique Moradiellos es uno de los historiadores más prestigiosos con los que cuenta nuestro país, y aunque así se le reconoce en los ámbitos profesionales, no es tan conocido entre el gran público como se merece. Negrín, por su parte y como demuestra el investigador, fue uno de los mejores y más preparados políticos de la época. Médico, científico, políglota, tuvo que hacerse con las riendas del consejo de ministros de la República en los peores momentos de la misma y su programa político se baso en la resistencia, convencido -como así fue- de que la Segunda Guerra Mundial era inevitable.


7. Vicente Rojo (José Andrés Rojo)
Por suerte y como ocurre con la obra anterior, en los últimos años se está recuperando el género de la biografía desde un enfoque moderno, inscribiendo al personaje en su contexto histórico con rigor, permitiendo entender mejor a la persona y a su época. El caso de este libro es de los mejores al respecto y fantásticamente investigado por el autor, quien pese a ser familiar del protagonista del estudio -nieto concretamente- , hace gala de una profesionalidad y seriedad encomiables. Además es particularmente interesante conocer a Vicente Rojo, uno de esos militares de honor que mencionábamos en el programa, conscientes de su deber hacia el sistema democrático y que por eso fueron, en incontables casos, asesinados por los sublevados y en gran medida no lo suficientemente recordados.


8. Calladas rebeldías (Carmelo Romero)
Otra novela, en este caso de uno de los mejores docentes que en la actualidad existen en el ámbito universitario. A través de las andanzas de su personaje protagonista, el carismático tío Cigüeño, se nos describen brillantemente - y de una forma no exenta de humor- las dinámicas sociales de la época previa a la guerra, algo que sirve para entender parte de sus causas.


9. Inquietud en el paraíso (Oscar Esquivias)
Primera parte de una trilogía que en sus continuaciones discurre por otros derroteros (no exentos de interés pero alejados de la temática que nos ocupa). Volvemos a encontrarnos con una novela que nos permite comprender -a veces también con humor, a veces con la crudeza propia del momento- en gran medida el proceso de resistencia conservadora que llevó al golpe de estado.

10. Pagar las culpas (Estefanía Langarita, Nacho Moreno, Irene Murillo)
Fruto de más de tres años de investigación, esta obra analiza exhaustivamente el proceso de represión económica que el régimen franquista impuso a gran parte de la población española. Este eje troncal sirve para demostrar en el juicio histórico, más allá de cualquier duda razonable, que el estado de Franco se fundamentó en un entramado jurídico aberrante, alejado -a través de figuras propias de las peores dictaduras, como la retroactividad penal o la extensión de la culpa a los familiares- de cualquier respeto por los más evidentes derechos humanos.


Víctor Deckard

HOLA MR. POSTER, HOLA MR. BOGART

¿Por qué este actor no especialmente agraciado ni atlético ha pasado al imaginario colectivo como uno de los seis o siete iconos o posters del siglo veinte? Las respuestas, que "haberlas haylas" como diría un gallego, son muchas y muy variadas, pero saberlo  a ciencia cierta sería quizá complicado, aunque podríamos intentar desentrañarlo.


A mi parecer, de que Bogart era un gran actor no cabe ninguna duda y que ese ha sido uno de los factores determinantes para que pasara a la posteridad, quizás tampoco. Pero tampoco debiéramos olvidarnos de su extraordinaria fotogenia, labor también de los grandes fotógrafos de la época, y del encanto de ese blanco y negro contrastado. Pocas fotos recuerdo en las que Bogart aparezca descafeinado o con cara de lelo, y si las veo, que las veo, suelen ser de la primera época, en la que hacía sus veces de galán, y en la que su cara no tenía ese aspecto curtido y cínico que apostilló para la eternidad. Y menos le recuerdo cara de lelo en pantalla, salvo ese glorioso flashback con croma cantoso de "Casablanca" en el que Bogart posa con una cara de tonto sublime mientras conduce con Ingrid Bergman a su lado y que siempre me provoca una risotada de las mías. Una cara, que siempre me despierta la misma duda de si es casual o es labor del gran actor que era. Una cara de tonto enamorado de los días felices de Rick e Ilsa en París, cuando Ilsa iba de azul y los alemanes de gris. Una cara de tonto que no exhibe en todo el metraje y que corroboraría mi teoría de la labor del gran actor que era.
 
 
 

Otro factor importante que ha ayudado a su paso a la inmortalidad fue que los estudios Warner a los que pertenecía lo tuvieron en caché, supongo que ayudados por el talento que demostraba este señor, y sobre todo, el que varias estrellas de la época como George Raft rechazaran papeles de la talla de "El Halcón Maltés", "El último refugio" y sobre todo "Casablanca".

 

El talento demostrado en estos papeles (siempre a mi parecer) que le catapultaron fue respaldado por el buen hacer demostrado en otras películas como "El sueño Eterno", "Un lugar solitario" (perteneciente a mi podio particular de Bogart junto a "Casablanca" en primer lugar y quizá "El último refugio" en tercera posición) y otras tantas como las que hizo con Bacall, "la Reina de África", etc. Las anécdotas sobre su carácter indómito, esos desafíos a los que sometía a los hermanos Warner para conseguir realizar tal o cual papel amenazándoles de asistir a alguna fiesta o premier sin los peluquines que usaba habitualmente delante de las cámaras, (muchas fotos caseras le muestran alopécico y sin ningún tipo de complejo) esas borracheras con Huston en el rodaje de "La reina de África" que les llevó a no contraer la difteria que afectó a todo el equipo ya que ni Huston ni él osaron probar el agua en todo el tiempo que estuvieron rodando, y esa voz entre grave, nasal y autentica que ayudó a cimentar aún más su memoria. Pues bien, todo eso y más cosas que me dejaré están ahí. Todo eso está ahí, en ese mismo momento que miras un poster o una foto de Bogart, y él posa con esa boca cerrada en la que no entran moscas y mira impasible mientras sostiene una pistola, un cigarrillo, una mujer o todo a la vez. Mientras le miras y admiras cogiéndolo como modelo referencial, aunque no sea buena idea imitarlo. No es buena idea imitar a lo autentico, tienes que ir fabricando tu personalidad cogiendo de aquí y de allí. Pero sí es buena idea tenerlo de referencia, sin beberte esos cuatro paquetes de cigarrillos diarios o fumarte esa botella de bourbon diaria o al revés.
 


 

Cuando yo nací Bogart ya estaba inventado, mucho antes de hecho. Ya había nacido, hecho su carrera, muerto y empezado su leyenda. Esa leyenda que cimentamos los mitómanos hablando de él, los críticos hablando de sus películas, los periodistas celebrando fechas de nacimiento y de muerte, las empresas de posters y grandes almacenes metiéndonos su imagen.

 

El circulo está cerrado, hay vicios e inercia, y la bola que se echó a rodar no para. Pero aún con todo no quitemos mérito al talento, talento ayudado con suerte y con tesón, talento que le hizo coger papeles poco simpáticos como el de "Un lugar solitario", el de "El motín de el Caine", o el de "El tesoro de Sierra Madre", papel repulsivo donde los haya, y que quizá le convierta para mí en una suerte de mito clásico y moderno a la vez. Por ser quizá la primera estrella que desde mi ignorancia amateur me venga a la cabeza como ejemplo de coger papeles difíciles. Todos quisimos ser Rick y no ese pequeño cabrón que muere penosamente en "El tesoro de Sierra Madre" y del que no recuerdo el nombre. Papeles que sin embargo le acercaron al afecto de los que vivimos esto con pasión y emoción sin que sea ningún tipo de trauma o cosa de la que avergonzarse.

 


Por muchas de estas cosas y otras que no sé o he olvidado, ha pasado este señor a la posteridad, palabra de la que acabo de darme cuenta que viene de poster o al revés. ¡Que venga aquí un entomólogo a decírmelo! Sí, por cosas como estás creo que perdurará entre los mitos antiguos y los que se vayan creando. Y aunque parte de su leyenda se haya prefabricado seguirá erguido mirándonos con su impertérrita mirada, mientras que ese otro producto prefabricado y blandurrio como es Justin Bieber solo perdurará en carpetas apolilladas de antiguas teenagers que las guardan como recuerdo o como algo que les da pereza tirar.

 

Así que si forzando algo para que se convierta en mito conseguimos algo como Bogart, bienvenida sea la mitomanía, porque no defrauda con su voz peculiar, su fotogenia a flor de piel, sus películas gigantes y las dotes de el gran actor que fue y es cuando disfrutamos de su magnetismo en  pantalla tan marca de la casa.

 

Good save to Rick, Steele, and Roy!

 

Good save to Bogart!

 

Guau que grande!
 

 

                            

 
                                                                    Fdo:  Señor Ros en algún momento de relax de alguna de sus misiones  secretas.